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domingo, 10 de marzo de 2019

Los políticos y los idiotas



El ser humano es social por naturaleza; es decir que, en todos los espacios en los que éste se encuentre intentará de alguna forma socializar –conversar– con otro ser humano. Los temas que comúnmente ocupan el centro de la conversación son: la familia, la economía y por supuesto la política, siendo el último término el más sensible de la plática; esto se lo debemos a personas deshonestas que han utilizado a la política para beneficio individual ¡como algunos de los actuales “administradores” públicos en nuestra ciudad!; creando así una extraviada idea en los ciudadanos de lo que verdaderamente es el arte de gobernar.


Para uno de los mejores filósofos griego Aristóteles (384–322 años a. C.) “el ser humano es un animal político”; ya que los animales y las personas son seres vivos que por su naturaleza tienden a vivir en manadas –sociedades–, pero solo el hombre a través de la política es capaz de organizar una vida de convivencia en ese grupo social. Entonces, conversar de política o participar activamente en ella no solo que nos hace menos animales en el sentido griego, sino que a la vez contribuimos a la convivencia entre personas en una sociedad.

En las sociedades arcaicas de la antigüedad cuando gobernaba el caos, el ser humano vivía únicamente para satisfacer sus instintos y sentimientos básicos, los griegos llamaron a ese ejercicio “satisfacción de los apetitos del cuerpo y del alma del hombre”, el cual condujo a una incesante degradación del ser. A su vez, son los mismos griegos quienes resolvieron ese problema creando al hombre de las Polis, -ciudades auto-contenidas gobernadas por un cuerpo de ciudadanos–; ciudadanos que debían ser hombres libres, virtuosos y haber cultivado la fuerza cívica como principal elemento del ser; es decir que, el problema del caos los helénicos lo solucionaron con la política; palabra que por cierto al igual que gobierno y metrópolis tienen su raíz en la polis. Entonces, la idea de gobierno propio, autonomía e independencia transmitida por los griegos se mantiene hasta el día de hoy siendo el principal fundamento de nuestra democracia.


Por otro lado, así como en esta gran sociedad cuna de los más grandes filósofos de la antigüedad occidental existían seres humanos que se ocupaban de la construcción virtuosa, moral y cívica de sí mismos para luego involucrarse en la administración de las polis, existían también personas que se desentendían de los asuntos públicos quienes eran conocidos como idiotas, palabra que etimológicamente tiene su génesis en el vocablo griego idiṓtēs que significa individuo que atiende solo los intereses privados, particulares, o personales; renunciando por voluntad propia a ocuparse de la política.

Todo lo antes descrito nos ayuda a entender de mejor forma como fue concebida la idea de ciudadano–político, que para el tiempo electoral en el que estamos es de vital importancia, ya que algunos “políticos” no han logrado entender que el ejercicio del poder está concebido para servir y no servirse de él como algunos administradores públicos acostumbran hacerlo.

Por otro lado, están las personas que han decidido alejarse de la palestra política teniendo un concepto errado de lo que éste verdaderamente representa y que a razón de este artículo debieran llamarse ¡idiotas! 

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