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jueves, 18 de abril de 2019

Vino, y un trece de abril


“La historia es la enseñanza del porvenir. Ignorar los tiempos pasados es no ser aptos para los venideros”, Montalvo, J. (1880) Las Catilinarias.

Hay una metáfora en donde se dice que existen dos momentos en la vida en los que todos los seres humanos somos completamente iguales, el primero al nacer porque llegamos a este mundo sin nada, y el segundo al morir porque nos vamos de ella de la misma forma. Yo no comparto esta alusión; si bien es cierto que al nacer y al morir no traemos ni nos llevamos nada, pues al morir no todos los hombres somos iguales, algunos llevan consigo su miseria, maledicencia e impiedad; otros en cambio su legado, valor, bondad, respeto… Uno de ellos nace un 13 de abril de 1832 cobijado por la bandera de la naciente República en la sempiterna e ilustre cosmopolita ciudad de Ambato. ¡Si!, me refiero al hombre que vestido de rebeldía cívica se atrevió en varias ocasiones a desafiar el poder, llevándolo “a las penas que el destierro trae consigo decían Los Proscritos”, pero que jamás renegó de su posición pese a su pobreza, soledad y proscripción que lo acompañaron en el lecho de su muerte en tierras parisinas, lejos de sus orígenes en donde iniciarían sus oficios de maestro y escritor.


En su mayoría los grandes hombres y mujeres que han impregnado su nombre en las páginas de la historia, no lo han hecho por su propia voluntad; quienes lo han expuesto luego son aquellos testigos conocedores de su obra, que convencidos de la virtud de sus acciones han decidido recordarlos en monumentos en plazas, nombres de calles, parques, instituciones, salones de actos públicos o en fechas conmemorativas en donde se recuerda su obra, legado, valor, bondad o respeto que llevan consigo al morir; quien a razón de estas líneas es el ex presidente Alfredo Baquerizo Moreno, quien el 29 de mayo de 1920, atinadamente en su gestión instituyó el Día del Maestro Ecuatoriano, tomando como referencia la fecha de nacimiento de Don Juan María Montalvo Fiallos, hombre que al nacer fue semejante que todos nosotros, pero que al morir ya su solo nombre se desmarcaba del común de los mortales. Hoy, en su natalicio es recordado por los ecuatorianos y festejado por quienes intentamos ser maestros o escritores como él, renunciando un poco a nuestro tiempo para estar capacitados, conocer lo último de la ciencia y la tecnología en cada una de las áreas en las que hemos decidido trabajar, para luego entregárselos a nuestros queridos estudiantes, no con la finalidad de ser repetitivos con la información, sino con el objetivo de sembrar en ellos la importancia que tiene el conocimiento en la emancipación del hombre y la mujer. Amigos y amigas colegas profesores, que este día sirva para renovar nuestro compromiso con la educación y más aun con aquellos quienes pronto tomarán el timón de nuestro barco llamado Ecuador.

Publicado el 13.04.2019

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